miércoles, 7 de octubre de 2009

CONTRARREVOLUCIÓN

Me dejo de maniqueísmos y medias tintas y me declaro CONTRARREVOLUCIONARIO y REACCIONARIO. Reacciono a lo que destruye mi país y lo aparta de lo que quisiera que fuera. No se si mi ideal de país ya existió antes y se perdió en algún recodo de la historia, lo que si se, es como es el país que sueño y que cada vez veo más lejos. Si revolución es desterrar los valores que aprendí de mis abuelos, también de mis padres, me declaro contrarrevolucionario. Si la revolución basa todo su poder en hacer propaganda engañosa y relega a un segundo y tercer plano los hechos concretos y tangibles, aprovechándose de las necesidades reales de mi gente para elaborar campañas cuyo primer objetivo es la difusión política de un mensaje ideológico más allá de satisfacer dichas necesidades, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es valerse de la mentira descarada para imponer a sangre y fuego en las conciencias de las personas un engrudo ideológico foráneo que además de atentar en contra de nuestra soberanía, genera exclusión y sectarismo, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es acabar con lo existente para instaurar algo que apenas brota de la cabeza de un hombre que no me ha demostrado, al menos a mi, ninguna probidad, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es poner a pelear a todos los venezolanos entre si, fomentando el odio y la división, me declaro contrarrevolucionario y reaccionario. Si revolución es amalgamar todo el pensamiento y sentimiento de una nación con el fin de que todos gritemos como fanáticos el mismo eslogan, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es no reconocer las variaciones y diversidad como una fortaleza y su objetivo es excluir o en el peor de los casos, eliminar a los que somos diferentes o pensamos distinto, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es seguir el sueño megalómano de un único individuo dejando de lado la mancomunidad de sueños y aspiraciones que representan las ilusiones de todo un pueblo, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución significa vivir racionando el agua y la electricidad cuando nuestro país cuenta con reservas hídricas y de energía que pudieran ser la envida de cualquier otra nación, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es premiar al mediocre y al incompetente otorgándole privilegios y responsabilidades que lo empequeñecen cada vez más y que afectan de manera directa a los que dependemos de una u otra manera de esa actividad gerencial y se hace un lado a los más capaces únicamente por razones egoístas y sectarias, pues me declaro contrarrevolucionario. Si revolución en lo político no representa el cambio progresista que anhelo para mi patria y sólo es más de la harto conocida demagogia populista latinoamericana, me declaro contrarrevolucionario.
Así como las naciones imperialistas de otrora dividían para gobernar veo que la revolución hace lo mismo con nuestro pueblo, tal y como los europeos dividieron a la nación congolesa en hutus y tutsis sembrando odio y basándose en diferencias artificiales, así mismo nos dividen a los venezolanos, y tengo claro que no quiero terminar como el Congo, dirimiendo tales diferencias ficticias a fuerza de machete bajo la atónita mirada de la llamada comunidad internacional, por tanto, me declaro contrarrevolucionario. Ver que la política exterior de la revolución basa su fuerza en algo tan desleal como lo es el dinero y sus éxitos, son los logros de otras naciones por encima de los de mi patria, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es dejar que gobierne la anarquía, que prevalezca la ley del más fuerte, que todos estemos a la merced del hampa y que la vida valga menos que una moto, que un par de zapatos, que las lágrimas de una madre, me declaro contrarrevolucionario y reaccionario.

Ser contrarrevolucionario y reaccionario suena, hoy día, como a insulto pero no lo es. Es mi posición claramente opuesta al régimen que, en el nombre de una supuesta revolución, destruye mi patria y los valores en los que creo y lo hace descaradamente ante mis ojos. No se puede hacer oposición a la revolución llevando el mismo mensaje. Es necesario marcar distancia, por tanto, le digo NO al miedo y me declaro CONTRARREVOLUCIONARIO Y REACCIONARIO. Mi contrarrevolución no tiene armas, mi contrarrevolución tiene argumentos y estos son mis ideas, nada más que mis ideas: No estamos decidiendo que país queremos del punto de vista ideológico (derecha o izquierda), estamos decidiendo que país queremos del punto de vista moral y ético y es eso lo que le confiere trascendencia a nuestro momento histórico, al que nos tocó vivir, y debe alertarnos a tomar la decisión correcta como nación.
De mis mayores aprendí el valor del esfuerzo, del trabajo, de prepararse y formarse para crecer personalmente y para ayudar a los demás, aprendí de honestidad y nobleza, del valor de la palabra, de respeto y educación; del valor de las cosas ganadas por mérito propio, de solidaridad y fraternidad, de justicia. Definitivamente no quiero ver esos valores truncados en el nombre de ninguna revolución o de la confección de un tal hombre nuevo que me suena más a un esclavo autómata que a un hombre libre y definitivamente, no quiero buscarlos en otro lugar que no sea aquí, en Venezuela.
¿Qué clase de sociedad quieres tú?
Seguiremos opinando.
CARLOS G. B.

1 comentario:

  1. No solo quiero, sino he deseado desde lo más profundo de mi corazón, vivir en una sociedad donde podamos andar libres y desnudos, donde se compartan las frutas, verduras y nueces, donde no haya que masacrar a los animales pra comer o a los humanos para mantener vicios, donde resuene la música de la naturaleza, donde no existan prejuicios ni mucho menos juicios y nos aceptemos tal cual somos, donde no tengamos que depender sistemas obsoletos, y donde se acabe de una buena vez la maldita miseria tanto de las mentes, almas y corazones.
    Un sociedad donde exista absoluta PAZ.

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