domingo, 18 de octubre de 2009

UN BUEN PUNTO

Desde hace algún tiempo he estado oyendo hasta la saciedad que en America Latina podrán matar a las personas pero nunca matarán a las ideas. Ayer escuché de alguien que no conozco, que porque no matan a las pinches ideas y dejan en paz a las personas. Me pareció un buen punto.

CARLOS G. B.

SALUD ¿UNA HERRAMIENTA POLITICA?

El más terrible de los sentimientos es
tener el sentimiento de la esperanza
perdida.
Federico García Lorca

El Ministerio de Salud es un desastre y es un desastre por dos razones fundamentales, una porque antepone el fin político a lo que debería ser su principal objetivo: coordinar a nivel nacional el manejo del proceso salud-enfermedad; y la otra, porque está conducido por individuos, que nos muestran a diario, una basta incompetencia de la cual no serían culpables, pero al aceptar el cargo los hace además de irresponsables, mediocres, que es infinitamente peor. No es secreto para nadie quien escoge a estas personas.

Los máximos esfuerzos de dicho ministerio van dirigidos a una de las llamadas “misiones”, para-instituciones que en teoría debieran ser transitorias y que buscan paliar necesidades inmediatas de los estratos sociales más desposeídos. En el área de la salud, hablo de la Misión Barrio Adentro, la más importante de todas y bandera de la política social del gobierno. Dicha misión a través de una extensa red de centros de atención primaria de salud ubicados en las mismas barriadas populares busca atender una necesidad fundamental del pueblo sobre el terreno. La idea es buena, la gente no va al centro sino el centro va a la gente y ciertamente esta misión vino a llenar un vacío que se había creado entre el estado y la gente en materia de salud. Hasta ahora todo suena muy bien, pero tras la fachada de estos centros, muchos de los cuales hoy están vacíos, se oculta una realidad que oscurece sus bondades.

Si a cuestión de prioridades vamos, el manejo del proceso salud-enfermedad debería ser la primera razón de Barrio Adentro, pero (lamentablemente) no lo es, a lo sumo será la segunda. La primera es política y no busca más que el afianzamiento de esta patética revolución divulgando su obsoleta ideología aprovechándose de una real necesidad (muy real) de la gente, la necesidad de servicios prestadores de salud. Esa concepción del fenómeno hace de Barrio Adentro un programa PERVERSO desde su raíz. Y está de anteojito. ¿Por qué desde su inicio siempre se le dio la espalda al médico venezolano, al que nunca se tomó en cuenta ni tan siquiera para opinar o asesorar y se utilizaron (nunca mejor empleada esta palabra) médicos cubanos quienes se importaron y se siguen importando como mercancía humana, intercambiándolos por petróleo, transacción inmoral en la que participan por igual los gobiernos de Venezuela y Cuba, privando a la isla del personal de salud que tanto requiere y dotando a Venezuela de instrumentos de divulgación política, que además, ejercen la medicina de una manera muy básica? ¿Por qué los centros de Barrio Adentro se encuentran forrados de publicidad gubernamental o yo diría, más bien publicidad personalista, ensalzando al caudillo, como dándole a entender al pueblo “Yo, el magnánimo, te estoy dando esto”? ¿Por qué muchos de estos centros se equiparon con tomógrafos, resonadores y tantos aparatos de tecnología de punta que permanecen subutilizados porque no hay quien los sepa manejar y pueda obtener de ellos su máximo rendimiento, con el único fin de vociferar por los medios de comunicación que se cuenta con tales o cuales aparatos, como si las máquinas funcionaran solas? Sin pretender menospreciar a los colegas cubanos pero, y es harto conocido, que muchos de ellos no habían visto en su vida equipos de tal sofisticación por la llana razón que en Cuba la medicina, del punto de vista tecnológico, está muy por atrás del nivel alcanzado en el resto de la región; y esa es la medicina que estamos importando. ¿Por qué la Misión Barrio Adentro se implementó ignorando y restándole importancia al sistema establecido de ambulatorios y hospitales que con errores y aciertos se venía construyendo desde hace al menos 60 años, montando así un sistema paralelo sin ninguna o muy poca conexión con el preexistente lo cual terminó por perjudicar, a la larga y a la corta, al usuario, es decir, al más débil (el enfermo) desfragmentando de manera inconexa al ya desfragmentando sistema de salud? Siendo esto una de sus debilidades, ahora intensificada.

La respuesta a todas estas interrogantes es muy sencilla: la principal y primera prioridad de la Misión Barrio Adentro es política tal y como lo es para todas las misiones que utilizan como pretexto las muy reales necesidades alimentarias, educativas y de vivienda, con un fin fundamental: obtener votos. Esto las hace PERVERSAS desde su origen y las desvirtúa a pesar de su alcance, que siempre será cuestionado.

Por eso no puedo estar de acuerdo con personas vinculadas al gremio de la salud, algunos estudiantes de medicina, cuando los escucho ofrecerse (demagógicamente en mi parecer) para ingresar en las filas de tal sistema perverso. Es que acaso quieren ser instrumentos políticos del régimen que los utilizaría como utiliza a los cubanos, con la intrascendente finalidad de atornillarse en el poder. Estas palabras son un llamado de atención: NO se puede adversar al régimen esgrimiendo su mismo mensaje, así como no se pueden copiar sus formas, muchas de las cuales han fracasado y muestran signos de inexorable desgaste, y en esto soy recalcitrante. La estrategia debe enrumbarse en la DIFERENCIACIÓN, en mostrar un mensaje alternativo que convenza por su objetividad, tecnicismo, factibilidad y sinceridad.

En la otra cara de la moneda se encuentra la red establecida de ambulatorios y hospitales, misma que ha sido menospreciada, entregada a la ignominia, a la mengua, y yo agregaría, al desmantelamiento malintencionado. Aún así, la inmensa mayoría de nuestra población sigue acudiendo a estos centros en donde en un esfuerzo heroico, y me consta que es así porque trabajo en uno de estos hospitales, se les presta de la mejor manera posible, la atención que requiere. Eso sólo me indica una cosa: el pueblo venezolano, a pesar de todo, sigue confiándole su salud al médico venezolano, profesional excelentemente formado que proviene de ese mismo pueblo del que no debe apartarse jamás. Ahora, esta altísima misión, la lleva a cabo en medio de terribles dificultades, en infraestructuras obsoletas, sin equipamiento adecuado, sin insumos médico-quirúrgicos, con el hampa infiltrada dentro de las mismas instalaciones donde labora, remuneraciones escasísimas, y lo peor de todo, bajo innumerables descalificaciones, insultos y hasta vejaciones. No es de extrañar su migración a la medicina privada o lo que es peor, a países extranjeros.

Los que quedamos, bien por tozudez bien por idealismo, anhelamos días mejores en los cuales podamos ejercer nuestra profesión en las mejores condiciones posibles por encima del tema político y es que la enfermedad y la muerte no distinguen a que partido o corriente ideológica pertenecen las personas; la medicina tampoco debería hacerlo. Estoy seguro que los que pensamos así somos mayoría y seremos la reserva moral y profesional para continuar la tarea de nuestros maestros enalteciendo así la estirpe del médico venezolano misma que nos debe llenar de orgullo. Nombres como Lorenzo Campins y Ballester, Carlos Arvelo, José María Vargas, José Gregorio Hernández, Luis Razetti, Pablo Acosta Ortiz, Miguel Pérez Carreño y tantos otros que sería imposible mencionar en estas líneas, nos recuerdan cual ha de ser nuestro norte que no es otro que el de luchar y velar por la salud del pueblo venezolano y de los que comparten esta prodiga geografía con nosotros, porque no hay que olvidarlo, Venezuela es una nación multicultural y multirracial, donde TODOS, tenemos cabida. No será fácil, pero será realidad en cuanto sumemos voluntades en pro de tal excelsa misión, nuestra verdadera misión; ninguna otra la sustituirá jamás.

Ya para finalizar, le dedico estas palabras al Hospital Vargas de Caracas al que estoy vinculado casi ininterrumpidamente desde que era estudiante de medicina, mismo que por ende, me vio crecer como profesional, mismo en el que he vivido momentos inolvidables en muchísimos aspectos de mi vida y al que ahora veo con impotencia, desaparecer en ruinas y telarañas. Es el hospital, en activo, más antiguo del país y no por eso pionero y punta de lanza en el desarrollo científico de la medicina venezolana. Recuerdo con nostalgia los días en que se hacían transplantes hepáticos y que sembraron en mi el interés por la cirugía hepato-bilio-pancreática, procedimientos avanzados en cirugía cardiaca, días en los que caminaban por sus pasillos puntales de la medicina nacional. Hoy mi hospital agoniza producto de la ignorancia y mala intención de quienes, es obvio, nunca entendieron su grandeza. A esos les digo que no será tan fácil, como pareciera, destruirlo y mientras sigamos graduando médicos en su escuela homónima, seguirá vivo y presto para renacer de sus cenizas. La esperanza, es mi fuerza.
Seguiremos opinando.
CARLOS G. B.

miércoles, 7 de octubre de 2009

CONTRARREVOLUCIÓN

Me dejo de maniqueísmos y medias tintas y me declaro CONTRARREVOLUCIONARIO y REACCIONARIO. Reacciono a lo que destruye mi país y lo aparta de lo que quisiera que fuera. No se si mi ideal de país ya existió antes y se perdió en algún recodo de la historia, lo que si se, es como es el país que sueño y que cada vez veo más lejos. Si revolución es desterrar los valores que aprendí de mis abuelos, también de mis padres, me declaro contrarrevolucionario. Si la revolución basa todo su poder en hacer propaganda engañosa y relega a un segundo y tercer plano los hechos concretos y tangibles, aprovechándose de las necesidades reales de mi gente para elaborar campañas cuyo primer objetivo es la difusión política de un mensaje ideológico más allá de satisfacer dichas necesidades, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es valerse de la mentira descarada para imponer a sangre y fuego en las conciencias de las personas un engrudo ideológico foráneo que además de atentar en contra de nuestra soberanía, genera exclusión y sectarismo, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es acabar con lo existente para instaurar algo que apenas brota de la cabeza de un hombre que no me ha demostrado, al menos a mi, ninguna probidad, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es poner a pelear a todos los venezolanos entre si, fomentando el odio y la división, me declaro contrarrevolucionario y reaccionario. Si revolución es amalgamar todo el pensamiento y sentimiento de una nación con el fin de que todos gritemos como fanáticos el mismo eslogan, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es no reconocer las variaciones y diversidad como una fortaleza y su objetivo es excluir o en el peor de los casos, eliminar a los que somos diferentes o pensamos distinto, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es seguir el sueño megalómano de un único individuo dejando de lado la mancomunidad de sueños y aspiraciones que representan las ilusiones de todo un pueblo, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución significa vivir racionando el agua y la electricidad cuando nuestro país cuenta con reservas hídricas y de energía que pudieran ser la envida de cualquier otra nación, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es premiar al mediocre y al incompetente otorgándole privilegios y responsabilidades que lo empequeñecen cada vez más y que afectan de manera directa a los que dependemos de una u otra manera de esa actividad gerencial y se hace un lado a los más capaces únicamente por razones egoístas y sectarias, pues me declaro contrarrevolucionario. Si revolución en lo político no representa el cambio progresista que anhelo para mi patria y sólo es más de la harto conocida demagogia populista latinoamericana, me declaro contrarrevolucionario.
Así como las naciones imperialistas de otrora dividían para gobernar veo que la revolución hace lo mismo con nuestro pueblo, tal y como los europeos dividieron a la nación congolesa en hutus y tutsis sembrando odio y basándose en diferencias artificiales, así mismo nos dividen a los venezolanos, y tengo claro que no quiero terminar como el Congo, dirimiendo tales diferencias ficticias a fuerza de machete bajo la atónita mirada de la llamada comunidad internacional, por tanto, me declaro contrarrevolucionario. Ver que la política exterior de la revolución basa su fuerza en algo tan desleal como lo es el dinero y sus éxitos, son los logros de otras naciones por encima de los de mi patria, me declaro contrarrevolucionario. Si revolución es dejar que gobierne la anarquía, que prevalezca la ley del más fuerte, que todos estemos a la merced del hampa y que la vida valga menos que una moto, que un par de zapatos, que las lágrimas de una madre, me declaro contrarrevolucionario y reaccionario.

Ser contrarrevolucionario y reaccionario suena, hoy día, como a insulto pero no lo es. Es mi posición claramente opuesta al régimen que, en el nombre de una supuesta revolución, destruye mi patria y los valores en los que creo y lo hace descaradamente ante mis ojos. No se puede hacer oposición a la revolución llevando el mismo mensaje. Es necesario marcar distancia, por tanto, le digo NO al miedo y me declaro CONTRARREVOLUCIONARIO Y REACCIONARIO. Mi contrarrevolución no tiene armas, mi contrarrevolución tiene argumentos y estos son mis ideas, nada más que mis ideas: No estamos decidiendo que país queremos del punto de vista ideológico (derecha o izquierda), estamos decidiendo que país queremos del punto de vista moral y ético y es eso lo que le confiere trascendencia a nuestro momento histórico, al que nos tocó vivir, y debe alertarnos a tomar la decisión correcta como nación.
De mis mayores aprendí el valor del esfuerzo, del trabajo, de prepararse y formarse para crecer personalmente y para ayudar a los demás, aprendí de honestidad y nobleza, del valor de la palabra, de respeto y educación; del valor de las cosas ganadas por mérito propio, de solidaridad y fraternidad, de justicia. Definitivamente no quiero ver esos valores truncados en el nombre de ninguna revolución o de la confección de un tal hombre nuevo que me suena más a un esclavo autómata que a un hombre libre y definitivamente, no quiero buscarlos en otro lugar que no sea aquí, en Venezuela.
¿Qué clase de sociedad quieres tú?
Seguiremos opinando.
CARLOS G. B.